Cuando se recalienta el sol y luce inclemente sobre los mortales, todo se va reblandeciendo. El estado sólido se convierte en pasta, la pasta en líquido viscoso. Algunos elementos, los más volátiles, se desprenden hacia la atmósfera ávidos por comer cielo.

Hoy, al salir a la calle, bajo un sol pendenciero y hostil, el asfalto me engulló lentamente. Fui descendiendo hacia las profundidades del subsuelo confundida con el alquitrán.

Media ciudad ya estaba allí abajo abanicándose en silencio mientras esperaban la tarde para salir a respirar.